Saludos amig@s
En varios seminarios o entrevistas he hablado de «Cómo detectar mentiras». Relacionado con esto, hoy quiero comentarles sobre un neurotransmisor, que contiene un grupo catecol y un grupo amino. Le llamamos Catecolaminas.
Cuanto más se intensifica la actividad cerebral, más catecolaminas producimos.

Una persona que está bajo mucho estrés, enojo, malestar, es decir, gran tensión, la zona cerebral intensifica su actividad y es posible que se les marque zonas de la cara o pecho con coloraciones rojizas evidentes; esto es una segregación elevada de catecolamina. Estas manchas aparecen, se pone esa zona caliente y generalmente, da picazón. Desaparecen a medida que se va eliminando ese neurotransmisor.

Cuando las personas mienten, el cerebro trabaja fuertemente para “crear” ideas, “hechos inventados” y procurar mantener la mentira. Aunque la persona, no esté del todo consciente de esto, su cerebro está bajo estrés y mucha actividad para construir y mantener esa mentira. Esto produce pequeñas cantidades de catecolamina que son las causantes de una picazón leve de la nariz, las mejillas y en ocasiones, las orejas y el cuello.
En un 87% de los casos, las personas que están pronunciando una mentira, sentirán picazón en estas zonas del rostro. Y de forma no consciente, vas a rascarse. Quien le mira y escucha, de forma subconsciente, lo interpreta como “está mintiendo”, “no es creíble”, me causa desconfianza.

Ahora ya sabes por qué los mentirosos se rascan la nariz al hablar.
Les comparto un dato curioso. Se realizó un estudio que fue desarrollado por Maryan Kouchaki e Isaac Smith del Centro para la Ética de la Universidad de Harvard en el que se demostró que somos más sinceros en horas de la mañana, y a medida que el día progresa aumenta progresivamente nuestra probabilidad de mentir.
Los científicos relacionaron este hecho con las fluctuaciones de hormonas como la serotonina en nuestro cuerpo, responsable también de numerosos factores relacionados con el humor.