La mayoría de las personas se mueven empujadas más por la motivación intrínseca que por la extrínseca, es decir, les importa más la satisfacción que les puede reportar un determinado trabajo que las recompensas externas que recibirán por realizarlo.
A largo plazo, las personas motivadas intrínsecamente tienen más éxito que las que sólo buscan recompensas, porque tienen un fuerte deseo interno de controlar sus vidas. Además, suelen tener una mayor autoestima y mejores relaciones interpersonales.
Para conseguir esta clase de motivación necesitamos alimentarnos de estos tres nutrientes:
1. Autonomía
Nos gusta poder dirigir nuestro comportamiento nosotros mismos.
Autonomía no quiere decir independencia. Significa poder elegir, dentro de un marco de interdependencia. La sensación de ser autónomos produce un efecto muy positivo en nuestra actitud y rendimiento.
2. Maestría
Deseamos ser cada vez mejores en lo que nos importa.
La búsqueda de la maestría nos ayuda a estar satisfechos con nuestro trabajo y nos empuja hacia un nivel superior de productividad.
3. Propósito
Necesitamos conectar la conquista de la excelencia a algún propósito superior y el propósito produce la energía para vivir. No se trata solo de tener objetivos, sino de tener los objetivos adecuados.