A quien percibimos como un gran perfeccionista o quien se autodefine como perfeccionista, no solo busca sostener y demostrar altos estándares de desempeño.

Ese perfeccionista que conoces o ese gran perfeccionista que miras en el espejo cada mañana, no solo quiere mantener unos altos estándares. Quiere, aunque de forma subconsciente, evitar ser criticado y ser juzgado.

Piensa que si todo está «perfecto», ninguna persona podría señalarle sus errores.

El «síndrome del perfeccionista» o personalidad anancástica se caracteriza por una preocupación excesiva por la perfección y el orden, lo que puede llevar a una alta autoexigencia, baja autoestima y dificultad para disfrutar de los logros.

Las personas con este perfil suelen marcarse metas extremadamente elevadas, vivir con angustia cada objetivo y tener una visión negativa generalizada.

A estas personas les genera una constante sensación de ansiedad y miedo. En ocasiones, culpa y decepción.

El verdadero crecimiento emocional empieza al descubrir que somos imperfectos. Y que de la imperfección nace el aprendizaje y el avance emocional saludable.